Sorteos de oportunidades anuales

NIVEL 1

Un lugar de peregrinación parroquial distinto de su parroquia de origen. Además, se visitó una catedral y un cementerio.

Premio: un artículo del kit grupal, junto con un certificado y una calcomanía.

NIVEL 2

Todos los Premios de los Lugares de Peregrinación DIOCESANOS (Catedral, Parroquia, Cementerio)

se muestran junto con un Certificado, una Calcomanía y una Edición Conmemorativa del Folleto de Celebración del Jubileo Diocesano firmado por Mons. Rojas.

NIVEL 3

Un lugar de peregrinación parroquial en cada vicariato, además de la catedral y el cementerio.
Premios como se muestra junto con un certificado y una calcomanía

NIVEL 4

Todos los lugares de peregrinación de la parroquia VICARIATE, además de la catedral y el cementerio.

Premios como se muestra junto con un certificado y una calcomanía

NIVEL 5

7 eventos emergentes de esperanza
Además, la Catedral y el Cementerio.

Premios como se muestra junto con un Certificado y una Calcomanía.

Llama viva para mi esperanza, que este canto llegue hasta ti, seno eterno de infinita vida, me encamino, yo confío en ti. 

Toda lengua, pueblos y naciones hallan luces siempre en tu Palabra. Hijos, hijas, frágiles, dispersos, acogidos en tu Hijo amado. Repetir. 

Dios nos cuida, tierno y paciente nace el día, un futuro nuevo. Cielos nuevos y una tierra nueva. Caen muros gracias al Espíritu. Repetir. 

Una senda tienes por delante, paso firme, Dios sale a tu encuentro. Mira al Hijo que se ha hecho hombre para todos, él es el camino. Repetir.

EL HIMNO - PEREGRINOS DE LA ESPERANZA

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Jubileo, reconciliación e indulgencia

El año jubilar es un signo de reconciliación porque establece un «tiempo favorable» (cf. 2 Co 6,2) para la conversión. Estamos llamados a poner a Dios en el centro de nuestra vida, a crecer hacia Él y a reconocer su primacía. En concreto, la reconciliación consiste en vivir el sacramento de la Reconciliación, aprovechar este tiempo para redescubrir el valor de la confesión y acoger personalmente la palabra de perdón de Dios. Hay algunas iglesias jubilares que ofrecen continuamente la posibilidad de la Reconciliación. La indulgencia es una manifestación concreta de la misericordia de Dios, que supera y transforma los límites de la justicia humana. Este don de gracia se realizó por la misión salvífica de Jesús. Viendo a los testigos de Jesús y a los santos y viviendo en comunión con ellos, se fortalece nuestra esperanza en el propio perdón. En concreto, la experiencia de la misericordia de Dios implica algunas acciones espirituales, como ha recomendado el Papa Francisco a los fieles. Quienes no pueden realizar la peregrinación jubilar por enfermedad u otras circunstancias, están invitados a participar en el itinerario espiritual que acompaña este año jubilar. Entre las condiciones para recibir la indulgencia está la de rezar por las intenciones del Papa.

El logotipo del Jubileo

La cruz de Cristo es la esperanza que no se puede abandonar nunca porque siempre tenemos necesidad de ella, especialmente en los momentos más difíciles.

 La cruz, en forma de vela, se transforma en ancla que se impone sobre las olas en movimiento. Símbolo universal de la esperanza.  

Las figuras representan a la humanidad de los cuatro puntos cardinales del mundo. Se abrazan para ilustrar la solidaridad entre los pueblos, mientras el primero se aferra a la cruz.

El mar agitado nos recuerda las dificultades de la peregrinación de la vida. A menudo, los acontecimientos personales y del mundo nos presionan con más intensidad, exigiendo una mayor esperanza. 

El logo muestra cómo el camino de la peregrinación no es un esfuerzo individual, sino colectivo, con la impresión de un dinamismo creciente que tiende cada vez más a la cruz.

La oración

Padre que estás en el cielo, Que la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino. Que tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria. Que la gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor. A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén.

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¿Qué es el Jubileo?

El Jubileo ha sido siempre un acontecimiento de pueblo. De hecho, el primer Año Santo
del año 1300 nació a petición del Pueblo de Dios. En un clima de cambio de siglo, los fieles de Roma pidieron al Papa Bonifacio VIll "un perdón de los pecados que no sólo fuera más abundante, sino completo", como se lee en la Bula de Indicación.

Entre los antiguos hebreos, el Jubileo (llamado año del yobel, "del macho cabrío", porque la fiesta se anunciaba con el sonido del cuerno de un macho cabrío) era un año proclamado santo. En aquella época, la ley mosaica prescribía que la tierra, de la que Dios era el único dueño, volvería a su antiguo propietario y que los esclavos recuperarían su libertad. Habitualmente, este año se celebraba cada 50 años.

En la era cristiana, después del primer Jubileo, la repetición de la celebración jubilar fue fijada por Bonifacio VIII en 100 años. En 1342, tras una petición de los romanos al papa Clemente VI, el período se redujo a 50 años. Posteriormente, el papa Pablo II, a mediados del siglo XV, redujo el período interjubilar a 25 años.

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